lunes, 25 de abril de 2011

En los zapatos de...

"No puedo dejar de pensar en las vueltas de la vida, ahí figuraba yo, resfriada a morir y sin zapatos porque una ola gigante me había cubierto cuando estaba posando para una foto, siiiiiii, fui el hazme reír de cuanto turista andaba playeando este finde, hasta fotos me sacaron, cuek. Bueno, la cosa es que no podía andar sin zapatos y yo no había llevado más pares de Santiago, total pensé, "cuando uno va a la playa, va a hippear". Así que bien mala la cosa pensé yo, hasta que llegó un tío y me prestó unas zapatillas viejas, que había dado de baja ya que no rendían en sus juegos habituales de tenis. Ante mis 38, estás maravillosas lanchas 42 bailaban en mi pie, pero no puede evitar sentir dos cosas, primero un amor casi vintage por tan desgastadas pero a la vez lindas zapatillas, y segundo lo increíble que me resultaba por primera vez en mi vida estar en los pies de mi padrino, un importante coronel del ejército de Chile jubilado hace unos años atrás. Que acto más impactante para mi, jamás un militar ha sido santo de mi devoción, menos aún pensé ponerme jamás en sus zapatos, sin embargo cual acto sicomágico a medida que andaba podía sentir aún más lo que hoy  ese poderoso ser sentía de verdad. Su espíritu, el que alguna vez fue todopoderoso y omnipotente hoy parecía tanto o más gastado que las zapatillas, casi tan abandonado a su suerte como ese par de adidas... tan vulnerable, tan olvidado y ocupado en ocasiones como ellas, porque ellas al igual que él ya no eran ni la sombra de lo que fueron... por primera vez sentí una conexión, toda su vida pasaba ante mis pies y yo ya no le temía. Un sentimiento bien extraño se apoderó de mi, pero pude también verle a los ojos y decirle muy en serio "muchas gracias" una vez que mis zapatos se secaron. Hoy agradezco la oportunidad que a veces te da la vida, de por tan solo unos minutos ponerte en los zapatos del otro, ya que a veces sólo así podemos conectarnos con el lado verdadero de las personas que nos rodean."

Patricia Galleguillos - @Guapita7 - Publicista

Negro que te quiero negro...


"Negro como siempre fantasee, el contacto con mi piel fue perfecto, no apretaba ni quedaba suelto, el tamaño perfecto, textura perfecta, todas mis fantasías con el negro hechas realidad... si claro que te hacen sentir especial!, por supuesto que hay una gran diferencia!, me siento más segura, más satisfecha, mi sonrisa delata el goce, la sensacion de flotar que me inunda, el arqueo de la espalda y el brillo en los ojos...
 Sí, mi primer par de taco aguja.
"

Teo Castillo - Nuestra escritora misteriosa

jueves, 7 de abril de 2011

Mis AdidaS con Caña... Recuerdos de una Navidad por el año....


"Era más que vísperas de navidad… de hecho era un día 24 de Diciembre a las 15:00 hrs. aproximadamente cuando llegó mi vieja del trabajo toda contenta y eufórica… “Negra, vamos a salir!” Recuerdo que tomamos la clásica Canal San Carlos y nos fuimos al Persa de Estación Central.
Cuando nos bajamos el persa estaba lleno, todo el mundo comprando regalos de última hora y tenidas navideñas… entre ellos estábamos nosotras. Mi mamá en ese momento me revela que le habían dado un aguinaldo y que iba a poder comprarme zapatillas pero con la condición que las cuidara para que me duraran todo el año escolar siguiente… Fuimos a uno de los locales y recuerdo con exactitud esas zapatillas… eran unas Adidas negras con caña… las amé… fue tanto lo que me gustaron que me duraron más de lo que mi mamá esperaba… el problema sucitó cundo llegamos a la casa luego de la odisea… como monga llegue a planchar los jeans y la polera que usaría para esperar al “viejo cagao” a eso de las 20:00 hrs., me empiezo a alistar para el evento anual y me chanto las zapatillas… las sentía muy extrañas pero con toda la emoción poco me importaba… a la media hora no sabía que mierda pasaba... me dolían los pies más que la chucha… cuando voy cachando que ambas zapatillas eran del pie izquierdo…. Todo mal!!! De nuevo pegarse el rally a la Estación a cambiar las Tillas nooooo me quería morir!!!! Pero con el tiempo cache que la misma ansiedad que tenía yo por las zapatillas, debió haberla tenido el socio que nos vendió las tillas del mismo pie,  por irse a su casa con la familia."

Romina Becerra - Diseñadora de Vestuario - @Rom_Bec

miércoles, 6 de abril de 2011

Cenicienta por una noche... pero como no es cuento, perdí mi zapato

 "Quería escribir de la vez que entramos a tu casa con los zapatos en la mano y nos amamos hasta quedarnos dormidos de cansancio y placer, pensando que lo mejor sería que nunca más, pero que estuvo rico y de como al final me lancé por la ventana para correr de la furia de tu mujer y olvidé mi preciado par de zapatos escondidos en el cajón y la furia que sentí cuando ella los lució triunfante el día de tu cumpleaños..."

Teo Castillo - Una chica anónima

foto sacada de www.gettyimages.com

El Misterio del Zapato Roto

 
"Hay gente que declara férreamente que la vida tiene misterios insondables, que nuestra capacidad y nuestro conocimiento son una partícula de polvo frente al cosmos y sus grandes enigmas, sin embargo, dada mi naturaleza un tanto pragmática me cuesta entregarme a ese mundo de credulidad ciega y suelo buscar respuestas que según mi lógica existe para todo. Sin embargo, aquella vez, que mi mamá se quejaba debido a que mi hermana menor gastaba sólo un zapato sin entender la razón de tan extraño hábito, hasta yo quedé perplejo. Había partido el año con sus zapatos Pluma negros, que todas las chicas top usaban en el colegio y mi hermana de 11 años en ese entonces, también quiso aplicarle a esa usanza. Al transcurrir un par de meses, la planta del pie derecho estaba tan desgastada que a riesgo de que se le rompiera le compraron otro par; el zapato izquierdo por su parte, estaba casi intacto. ¿¡Pero cómo gastas un solo zapato!? Le decía mi mamá exasperada. Unos cuantos meses más y ahora el par de calamorros de milico (en castigo por no cuidar sus Pluma) corrían la misma suerte. Mi hermana la miraba trémula sin pronunciar palabra ante la amenaza cierta de mi mamá de enviarla al colegio con hawaianas - "mierda si seguís rompiendo un puro zapato" que "¡¡¿Cómo lo haciiiís?!" - Respuesta que ni ella tenía al consultarle cómplice, respecto de que estaba haciendo para romper por partida doble, el zapato derecho y las bolas de  nuestra iracunda madre.
Al año siguiente mi hermana ya dejaba la infancia, dejó de jugar al luche en los recreos y se terminó con esto el misterio del zapato roto."

Dill Huido - Un ser tan misterioso como su historia

martes, 5 de abril de 2011

Piecesitos de niña…. JA!!!!!


















"No se puede entender mi relación con los zapatos mientras no se conozca la naturaleza de mi pie. Vengo de una familia de gente muy alta, pero por alguna injusticia genética en el proceso de mi estiramiento algo sucedió entre mi rodilla y mi pie, y me quedé en el metro cincuenta y lástima…
Pero eso no impidió que algunas partes de mi cuerpo crecieran manteniendo las proporciones de un gigante… así como mi pie alcanzó a la temprana edad de los 12 años el no menor número 40, más en eso no se quedó, pues además es plano y regordete y por algunos conocido como “el morcillón”, da la casualidad de un insano parecido a los pies de frodo (ojo que pelos si que no tengo), a lo que no me queda otra que pensar q soy media hobbit.
Pues bien, durante los '90 (se me cae el carnet) quise celebrar mis 15 años, aunque no con tanto glamour como los que se ven en MTV, el evento se organizó con todo tipo de fanfarrias, vestido, anillos banqueteros etc etc, pero a la hora de elegir el zapato para tan esperado evento, mi madre miró con preocupación el morcillón.
Paseamos por cuenta tienda, zapatero, mall… recorrimos todo el Apumanque tienda a tienda, sin encontrar nada que se ajustara al peculiar contorno de mis pies, tallas grandes muy pocas y que más encima soportaran entre tiritas el tremendo pie... no way!!!
Como quinceañera cualquiera, el mundo se acababa, pero mi madre (que más sabe por diabla te lo digo) me contó de un lugar... Y así fue como llegué, no sé ya ni donde queda, al mejor secreto de mi madre, un lugar de zapatos para travestis, “hay muchas en la familia con pata de choclo” me dijo y me vi inmersa en el mejor y más variado mundo de plataformas tacos y zapatos INCREIBLES!!!!
Fue ahí que encontré los zapatos que quería, negros, cómodos y con su toque de bling, y ojo!! que hoy aún los uso y los miro con cariño, porque por más que estén hechos paté, me recuerdan lo que fue mi primera mirada a un mundo loco, brillante y de glamour.
Hoy gracias a tanto pollo, hormona, transgénico, twitter etc, los adolescentes vienen con pies grandes (fui una visionaria pienso a veces) y ya no es dificultad encontrar zapatos de mi talla, es más, es un placer que en cada liquidación son de los únicos que van quedando… pero no por eso desecharé aquellos de charol que aunque estén rallados, siempre brillarán en mi memoria."

Sole Donoso, Makeup Artist - @SoleDonosomkp

lunes, 4 de abril de 2011

LA HISTORIA DE PABLO SCHWARZ

"Esas zapatillas negras en particular me recuerdan dos cosas que si bien no son recuerdos llenos de aventuras dignas de una novela son mis recuerdos reales, con poca o nula ficción. El primero de ellos me lleva al norte del Uruguay, a Chuy, que también es curiosamente el sur de Brasil. Pueblo feo como Calama, zona franca, compra-venta de todo lo imaginable, (e imagino que de lo inimaginable también), donde comprara esas zapatillas "Converse" negras (y otras verdes para Antonia) en algo así como diez lucas chilenas. Yo andaba con otras zapatillas de lona; unas blancas, destruídas por dentro y por fuera, por lo que decidí comprar este nuevo par: Chuy o Chui en su mitad brasilera, es, como decía, feo como la intendencia del Bío-Bío pero a diferencia de ésta y sus truculencias momiales, muy entretenido y lleno de restaurantes, locales comerciales de cuanta basura china y latina se pueda imaginar. Computadores de cuarta a precios ídem,ropa horrible, muchas pelotudeces de cuero de vaca, kioskos que venden todo lo necesario para cebar un mate, música reggeatonera-pop-synt-mierda, y este pueblo que en su calle principal posee una línea dibujada en el piso, en el eje de la calzada, que señala la frontera brasilera-uruguaya. Es muy curioso como uno puede estar, literalmente, con un pie en un país y otro en otro. Con monedas distintas, lenguas distintas, diferentes culturas, olores, tipos, códigos,tradiciones. Y sin campos minados. Pensaba en el norte de Chile y sus explosivos ocultos en la arena en las fronteras con Perú o Bolivia o Argentina. Bombas puestas por milicos ineptos que olvidaron dónde las sembraron para no poder rescatarlas y desactivarlas nunca jamás. Los milicos, reflexiono, se cagan en su gente y sus fronteras. De la luz kitch de la Navidad en Chui, a la oscuridad de la desconfianza en la tierra de nadie entre La horrible Tacna y la fea y arribista Arica. Qué desperdicio de buenas fiestas si Arica fuese fifty-fifty peruano chilena (aunque le corresponda por decencia al Perú).
En Chuy uno va para allá y de regreso sin pasaportes, ni carneses tercermundistas, ni controles de guerras inexistentes.Uno simplemente va por el planeta, por ese trozo de sudamérica de manera libre. En Chuy el sol y la lluvia juegan sin parar, dándo uno paso a la otra constantemente en su danza climática subtropical templada. Y la gente confía en su vecino. "Negro de mierda" es algo que nunca oí, corroborando que no estaba en una frontera trazada por Chile a punta de invasiones o tratados de altas cumbres que dividen, incluso, las aguas.
Si pueden, vayan y conmpren un par de zapatillas a diez lucas, ocho sin boleta, cómanse un bife gigante,un millón de litros de cerveza, y vean cómo estando en Uruguay, al mirar a la vereda del frente, todo cartel estará en portugués, todo valor en reales, todo en otro país.
La otra historia, la acabo de olvidar."

fotos tomadas por @edurock